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Era el 6 de julio de 1816. Apenas había transcurrido un día desde que Manuel Belgrano había llegado a Tucumán, viniendo desde Buenos Aires. Hacía poco tiempo también que había estado en Europa, y los Diputados reunidos en el Congreso, deseaban escuchar fervientemente las frescas noticias llegadas del Viejo Mundo. En sesión secreta se reúne el Congreso. para escuchar al creador de la bandera, vencedor de la Batalla más importante de la Historia Argentina, lograda ahí mismo, en Tucumán.
 
Manuel Belgrano, subido al estrado, efectuó uno de sus más bellos discurso de toda su vida, discurso que sin duda definiría la suerte de una Nación...
 
Habló desde el corazón, como sólo él podía hacerlo. Contestó primero algunas preguntas de algunos diputados para luego explayarse sobre la situación europea. Dijo que los tiempos habían cambiado. Dijo que el apoyo europeo que alguna vez pudimos haber tenido al iniciar nuestra guerra emancipadora, había sido cambiado por el descrédito causado por nuestras luchas internas. No se nos tomaba en serio. Y que no debíamos esperar ayuda de nadie. Textualmente dijo:

 

 

 La repatriación de los restos 

 

Por Enrique Mario Mayochi

 

Instituto Nacional Sanmartiniano de la República Argentina

 

Con la llegada de los restos del Libertador a la Argentina el 28 de mayo de 1880 quedaba cumplido el deseo testamentario de que su corazón fuese depositado en Buenos Aires. Todo el país contribuyó para que tan fausto suceso se concretara y el traslado se hizo en un navío de la Armada Nacional conducido por las expertas manos de nuestros marinos. Aquí esperaban y recibieron a esos restos los argentinos todos, encabezados por Avellaneda, Mitre y Sarmiento, los tres ciudadanos que hasta ese momento habían ejercido el mando presidencial en Buenos Aires. Lo realizado para traer a la Argentina los restos ha sido ya estudiado en sus aspectos generales y narrado por distinguidos historiadores, de los que recordaré ahora a José Pacifico Otero, el ilustre fundador del Instituto Sanmartiniano, y a Isidoro Ruiz Moreno, nuestro colega en la Academia Sanmartiniana. Por ello, no he de volver sobre lo ya sabido, sino que trataré de desarrollar, analizar o profundizar, según los casos, cuatro aspectos de tan importante asunto. El primero se refiere a determinar cuál fue la verdadera razón por la que los restos del Libertador se trajeron a Buenos Aires solo tres décadas después de ocurrida su muerte y de conocerse su deseo testamentario. En segundo término, destacaré los méritos de la comisión nacional que tuvo a su cargo realizar la repatriación de los venerados restos y la participación que tuvo en ello la comunidad argentina. Después evocaré cómo el periodismo porteño cumplió con su misión informativa y rindió homenaje al Libertador en ese memorable 28 de mayo de 1880. Finalmente, analizaré cómo y cuándo fue elegida la Catedral por el gobierno municipal de Buenos Aires para que allí recibiese sepulcro definitivo el Padre de la Patria y cómo ese recinto fue cedido cordialmente por el Arzobispado porteño. Comenzaré, pues, con la búsqueda de la razón por la que debió aguardarse hasta 1880 para que fueran traídos los restos del héroe.

LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD ÉTNICA DE LOS “PAMPA-SERRANOS” DE LA PORCIÓN CENTRAL DE TANDILIA: UN CASO DE ETNOGÉNESIS

Carla Dátola

UNICEN – IEHS – marzo de 2016

 

Introducción

El problema de la identidad indígena ha sido analizado y abordado, intentando superar las contingencias producto de factores lingüísticos, a la lectura e interpretación de las fuentes (considerando la visión parcial o sesgada de los actores coloniales e independentistas) en torno al período a analizar y en razón de la movilidad que caracterizó a estos grupos para el aprovechamiento del espacio. No obstante, resulta crucial el abordaje de la reconfiguración étnica indígena en el marco de las relaciones intraétnicas e interétnicas. La mayoría de los estudios hacen hincapié en el siglo XIX, siendo aun necesario profundizar en las transformaciones que acontecieron en el siglo XVIII. En relación a ello, Irianni[1] admite que los indios pampeanos se muestran en el escenario fronterizo como un conjunto de parcialidades atomizadas más o menos amistosas entre sí y para con la sociedad hispanocriolla conformando un tamiz étnico aún por descifrar.

En función de ello, el siguiente artículo tiene por objetivo analizar una cuestión central, la conformación de la identidad pampa – serrana. Para ello tendremos en cuenta, dos factores o variables: por un lado, la incidencia de los dispositivos de dominación colonial y por otro lado, el alcance de las relaciones interétnicas[2] como mecanismo dinamizador de las mutaciones y resignificaciones de la identidad étnica. En razón de este tipo de interacciones se retoman los aportes de Boccara[3] en torno a los procesos de etnogénesis que operan sobre la identidad étnica a partir del contacto e interacción en forma frecuente con otras parcialidades o centros y/o agentes hispano-criollos. Es válido aclarar que esta propuesta retoma los aportes de Mazzanti [4] quien ya  ha demostrado en su tesis doctoral, la aplicabilidad de la propuesta de este autor en razón de las relaciones interétnicas que se despliegan y desarrollan en la porción oriental del sistema Tandilia.

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