Error
  • JUser: :_load: No se ha podido cargar al usuario con 'ID': 724

Blog

1 de junio de 1874 


Nace en Buenos Aires el abogado, escritor y poeta Macedonio Fernández. Colaboró en la revista "Martín Fierro" y en "Papeles de Buenos Aires". Falleció en Buenos Aires el 10 de febrero de 1952. 

Escritor argentino, autor de narraciones fantásticas que muestran su escepticismo ante la aplicación práctica de las teorías filosóficas. Su obra fue revalorizada después de que Jorge Luis Borges reconociera en él los orígenes de su narrativa. Formó parte del grupo «martinfierrista» e influyó en la obra narrativa de Leopoldo Marechal y en la poética de González Lanuza, sobre todo a través de la estrecha relación amistosa que mantuvo con ellos. En 1922 dirigió junto a Borges la segunda época de la revista Proa, que se prolongó hasta 1925. De todas sus obras, tan sólo llegó a publicar una, No toda es vigilia la de los ojos abiertos (1928). El resto de su producción literaria se editó posteriormente gracias al interés de sus amigos. Algunas de sus obras más destacadas son Papeles de recienvenido (1930), Una novela que comienza(1941), Continuación de la nada (1945), Poemas (1953) y Museo de la novela de la eterna (1967).

De los llamados escritores martinfierristas, agrupados en torno a la revista Martín Fierro, Macedonio Fernández destaca sobre el panorama general de los años veinte. Autor de una obra de gran singularidad, es un caso claro de "escritor para escritores", pero justamente ese público de literatos lo convirtió en un clásico de las letras rioplatenses a fuerza de comentar, imitar, analizar y, en fin, considerar sus obras, verdaderos hitos de la literatura de vanguardia, como un eslabón imprescindible en la literatura argentina del siglo.

Su escritura define como la de ningún otro escritor de su tiempo un verdadero cuestionamiento de la figura tradicional del lector. Macedonio Fernández obliga insistentemente a sus lectores a interrogarse acerca de hasta qué punto sigue siendo sostenible la división nítida entre lo real y lo aparente, o entre realidad y ficción. La propia existencia del lector y la idea de obra literaria son puestas en cuestión. Sus escritos atacan las dicotomías tradicionales de la filosofía y la vigencia de la división entre los diversos géneros literarios. En consonancia con el espíritu vanguardista que reinaba en los años veinte en casi todo el mundo occidental, puede definirse la obra de Macedonio Fernández como una experimentación constante de las posibilidades de la prosa y el verso, que dejó marcas perdurables en la posterior narrativa argentina del siglo XX.

Macedonio Fernández ejerció desganadamente su profesión de abogado hasta que se alejó definitivamente de ella motivado por sus intereses literarios y filosóficos. En 1901 se casó con Elena de Obieta, con quien tuvo cuatro hijos; en esos años mantuvo correspondencia con el filósofo estadounidense William James, que admiró su inédita manera de plantear la especulación filosófica en un lenguaje coloquial, abundante en detalles irónicos e incluso humorísticos.

Su primera obra poética, Suave encantamiento (1904), es un antecedente fundamental, aunque secreto, de la poesía argentina del siglo XX. En 1920 murió su esposa, hecho que marcó un hito en su vida personal y en su trayectoria literaria; fue entonces cuando escribió la famosa elegía Elena Bellamuerte, que se creyó perdida durante veinte años, hasta que fue recuperada por su hijo del interior de una lata de galletas y se publicó en la revista Sur, en 1941. Su producción lírica apareció dispersa en publicaciones periódicas y luego se reunió en volumen, en una primera edición póstuma publicada en México en 1953.

Sin embargo, por lo general, Macedonio Fernández no se ajustó a ningún género; escribía, con exigencia, a partir de un humorismo que lo impulsaba a la fantasía, a la paradoja y a la especulación metafísica. Concebía obras de extraños títulos, de las que apenas si llegaba a escribir algunas, sin publicar casi ninguna. De su producción narrativa cabe destacar dos extrañas novelas, Ariana Buenos Aires (de 1922, revisada en 1938) y Museo de la novela de la eterna, libro vertiginoso y paródico, con múltiples prólogos, acaso emparentable con Tristram Shandy de Laurence Sterne y que lo proyecta como maestro y precursor de la narrativa experimental.

Si bien cronológicamente perteneció a la generación anterior a la de los martinfierristas y en consecuencia al modernismo, Macedonio Fernández superó los límites estéticos de este movimiento aproximándose a una actitud vanguardista, concibiendo la novela con ámbito literario de experimentación y ruptura con los tópicos convencionales, y ejerció una gran influencia en los autores agrupados en torno a la revista Martín Fierro, grupo que se proponía una revolución formal y conceptual del panorama literario argentino, en el que prevalecía aún el modernismo. Jorge Luis Borges, Raúl Scalabrini Ortiz, Leopoldo Marechal y Julio Cortázar lo reconocieron como maestro.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/f/fernandez_macedonio.htm

 

 

 

 La repatriación de los restos 

 

Por Enrique Mario Mayochi

 

Instituto Nacional Sanmartiniano de la República Argentina

 

Con la llegada de los restos del Libertador a la Argentina el 28 de mayo de 1880 quedaba cumplido el deseo testamentario de que su corazón fuese depositado en Buenos Aires. Todo el país contribuyó para que tan fausto suceso se concretara y el traslado se hizo en un navío de la Armada Nacional conducido por las expertas manos de nuestros marinos. Aquí esperaban y recibieron a esos restos los argentinos todos, encabezados por Avellaneda, Mitre y Sarmiento, los tres ciudadanos que hasta ese momento habían ejercido el mando presidencial en Buenos Aires. Lo realizado para traer a la Argentina los restos ha sido ya estudiado en sus aspectos generales y narrado por distinguidos historiadores, de los que recordaré ahora a José Pacifico Otero, el ilustre fundador del Instituto Sanmartiniano, y a Isidoro Ruiz Moreno, nuestro colega en la Academia Sanmartiniana. Por ello, no he de volver sobre lo ya sabido, sino que trataré de desarrollar, analizar o profundizar, según los casos, cuatro aspectos de tan importante asunto. El primero se refiere a determinar cuál fue la verdadera razón por la que los restos del Libertador se trajeron a Buenos Aires solo tres décadas después de ocurrida su muerte y de conocerse su deseo testamentario. En segundo término, destacaré los méritos de la comisión nacional que tuvo a su cargo realizar la repatriación de los venerados restos y la participación que tuvo en ello la comunidad argentina. Después evocaré cómo el periodismo porteño cumplió con su misión informativa y rindió homenaje al Libertador en ese memorable 28 de mayo de 1880. Finalmente, analizaré cómo y cuándo fue elegida la Catedral por el gobierno municipal de Buenos Aires para que allí recibiese sepulcro definitivo el Padre de la Patria y cómo ese recinto fue cedido cordialmente por el Arzobispado porteño. Comenzaré, pues, con la búsqueda de la razón por la que debió aguardarse hasta 1880 para que fueran traídos los restos del héroe.

BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA

 

Y EL ROL DE SANTIAGO DEL ESTERO EN EL PROCESO INDEPENENTISTA

VISTA A TRAVÉS DE LA FIGURA DE

JUAN FRANCISCO BORGES

(1780-1816)

 

Responsable: Prof. Dr. María Cecilia Rossi

Miembro de la Academia Nacional de la Historia, por la provincia de Santiago del Estero

 

 

    

Presentación

jueves 26 de mayo de 2016

 

En el marco del Bicentenario de la Independencia Nacional  a celebrarse el próximo 9 de julio de 2016, desde Santiago del Estero y con este Seminario, nos proponemos indagar el proceso histórico santiagueño que, en una mirada de mediano plazo, culminará con el Congreso de la Independencia reunido en la ciudad de San Miguel de Tucumán en 1816. En esta oportunidad el centro de la historia será Santiago del Estero y desde aquí nos moveremos hacia los distintos puntos en una temporalidad que, en tanto proceso histórico complejo, altamente dinámico y pluridimensional, nos llevará y traerá por espacios y tiempos diversos y dispares.

Todo el proceso está atravesado por la figura de quien, a nuestro juicio, es la encarnadura misma de los procesos revolucionarios santiagueños, el Coronel y Caballero Cruzado de la Orden de Santiago, Juan Francisco Borges Urrejola, con quien recorreremos desde las rebeliones tupacamaristas hasta su fusilamiento por alzarse en contra del orden instituido por el Congreso en el mismo inicio del año 1817, sus alzamientos federalistas, sus relaciones con el Artiguismo y el movimiento salteño liderado por Güemes, sus permanentes provocaciones al status quo; la declaración de la independencia a la que desafió en sus propias fronteras, y su fusilamiento en enero de 1817.

Líder indiscutido de la Revolución de Mayo en Santiago, líder de los sectores populares y quien aseguró el éxito de la misma en contra de la voluntad del Cabildo dominado por los españoles. Formó  el Escuadrón de Patricios Santiagueños que se incorporó a las órdenes de Francisco de Ocampo a las Guerras de la Independencia en el Alto Perú, 325 hombres, vestidos y formados, cuyos jefes eran todos los hombres que firmarán la Autonomía santiagueña en 1820. En 1815 y 1816 realizó los dos primeros alzamientos autonómicos que fueron violentamente reprimidos y terminaron con su vida por fusilamiento el 1º de enero de 1817.

Procuraremos mostrar que, mientras se reunía el Congreso en Tucumán a los fines de celebrar el acto de la Independencia de las Provincias Unidas acuciado por el fantasma del Congreso de Viena y la restauración monárquica europea, con todas las constricciones realistas que desde el norte acechaban, se desarrollaban unos movimientos en los pueblos a los que el propio Congreso alude en el primero de sus pronunciamientos públicos, en los que se combinaban memorias del pasado reciente de una guerra que llevaba el fantasma del centralismo porteño, con intereses de grupos particulares especialmente Salta y la influyente figura de Güemes y las influjos del movimiento de los Pueblos Libres liderado por Gervasio José de Artigas. Tremenda combinación con que se las tuvieron que ver los congresales para generar unas fórmulas que procuraran contener a unos y a otros a los fines independentistas.

Pero llegar a la Independencia significa atravesar todo un proceso en el que a través de Juan Francisco Borges iremos conociendo la historia documentada de un Santiago que atraviesa procesos de altísimo nivel de conflictividad. Con unos grupos borbónicos que aun en alianzas matrimoniales y como proyecto político de la monarquía francesa, va desplazando a estas elites criollas del poder político y del poder económico; que cuando sobre fin de siglo logran asentarse en el Cabildo y convertirse en los grandes importadores, la monarquía comienza a desarticularse bajo los conflictos borbónicos y finalmente deben encarar mayo de 1810 con tomas de decisiones importantes para ver cómo articular sus propios intereses con los nuevos proyectos políticos. Finalmente, nos encontraremos con un Santiago que en el marco de las guerras del Alto Perú se convierte en un espacio estratégico que no solo aportará recursos humanos y materiales hasta los límites de su imposibilidad, sino que se convertirá en un centro estratégico, un gran cuartel donde convergerán las tropas que quedarán a la espera de partir hacia el norte, se entrenarán, habrá que alimentarlas y vestirlas, se relacionarán con la población local que escuchará otras voces, el relato de otras historias de lugares y tiempos desconocidos, serán observadores y partícipes de  otras prácticas, etc., etc.

Y finalmente, un Santiago altamente politizado en que se intersectan líneas políticas en redefinición temporal casi constante y unos alineamientos pendulares de unos grupos en los que la elite económica procura no perder privilegios y mantenerse todo lo que sea posible en unas estructuras también oscilantes. Acuciados permanentemente por el núcleo revolucionario más comprometido que estaba fundamentalmente en las milicias, con fuerte apoyo de los sectores subalternos y una parte más pequeña de la élite.

El mayor de los desafíos que tenemos en este punto es la escasa documentación que se conserva sobre Juan Francisco Borges. Casi como una provocación dirigida hacia el borramiento de su memoria histórica. Aún así, procuraremos mirar los procesos a través de sus ojos, de sus acciones y de su escritura, sabiendo que tendremos que enfrentar unos recortes necesarios dados por lo dicho, lo que hará que nos apoyemos en escrituras y trascripciones documentales de aquellos  autores que en algún momento de sus investigaciones, tuvieron acceso a los documentos que ahora nos faltan.

En ésta oportunidad, nuestra propuesta concluye en 1817, después de haber realizado un recorrido histórico poniendo en superficie la historia de un Santiago llegando a la Independencia con altísimo nivel de participación y conflictividad, en unos procesos que comenzamos a re-pensar desde otros lugares historiográficos posibles.

User Login