José de San Martín

Biografía de José de San Martín (1778-1850)

Héroe nacional; Libertador de Argentina, Chile y Perú. Nació el 25 de febrero de 1778, en la
antigua misión jesuítica de Yapeyú (Corrientes), donde su padre español, Teniente Juan de San
Martín, se desempeñaba como gobernador del pueblo y del territorio; su madre, Gregoria
Matorras, era de origen español y había venido al país unos años atrás con un pariente,
Jerónimo de Matorras; pasó los primeros cinco años de su infancia entre los indios de la
misión; cuando se padre fue trasladado a un nuevo destino, estuvo en Buenos Aires por un
corto tiempo y luego, en 1783, viajó con su familia a España: asistió al Seminario de Nobles en
Madrid por unos años; en 1789 ingresó en la carrera militar, como Cadete en el Regimiento de
Infantería de Murcia; en 1791 tuvo su primer combate en Orán, África; en 1793, recibió el
despacho de Subteniente; estuvo veintidós años en el ejército español, desempeñándose
tanto en mar como en tierra durante las guerras inte rnaciones de España de fines del siglo
XVIII y en la defensa de España contra la invasión napoleónica; en éste período San Martín
ascendió a Teniente coronel de Caballería y le otorgaron una medalla por el coraje demostrado
en la batalla de Bailén; por una serie de circunstancias, comenzó a interesarse en la lucha por
la independencia argentina; durante su estudió en Cádiz, conoció muchos compatriotas como
Matías Zapiola, Carlos María de Alvear, José Moldes y Francisco Gurruchaga y se interiorizó en
la organización de su logia patriótica en esa ciudad; decidió regresar a la Argentina para ayudar
en la causa de la independencia; pidió la baja en 1811 y partió de Espala hacia Inglaterra donde
se embarcó en la George Canning rumbo a Buenos Aires; llegó el 9 de marzo de 1812 y se
presentó ante el Triunvirato que lo confirmó en su grado y lo autorizó a formar una nueva
unidad militar; gracias a sus lazos de amistad con los Alvear y a sus nuevas conexiones con la
comunidad liderada por los Escalada, San Martín pudo reclutar un cuerpo selecto de hombres
de la caballería, llamado Granaderos a Caballo;

 


 

el 3 de febrero de 1813, lucharon por primera
vez en San Lorenzo (Santa Fe) y vencieron a las fuerzas realistas que habían remontado el
Paraná en busca de provisiones. Entretanto, San Martín se había casado con María Remedios
de Escalada, había ascendido a Coronel y se había unido a Alvear y otros para formar la Logia
Lautaro con el fin de estimular, organizar y controlar el movimiento patriótico; en 1813, luego
de la derrota de Belgrano en Vilcapugio, San Martín fue enviado a tomar el mando del Ejército
del Norte; creó una escuela de entrenamiento militar en Tucumán, donde civiles y militares
recibieron instrucción a un nivel profesional mucho más alto del conocido hasta ese entonces
en la Argentina; durante los meses que pasó allí, sufrió de úlcera y otras enfermedades que lo
atacaban periódicamente hasta que en 1814 fue a las sierras de Córdoba para descansar y
curarse; ya para esa época San Martín había tomado una decisión fundamental; las fuerzas
patrióticas de Buenos Aires habían hecho dos intentos de llevar la revolución a Bolivia (y de allí
al Alto Perú) pero ambos resultaron un fracaso luego de victorias iniciales; en 1815, el tercer
intento de Rondeau correría la misma suerte; Sn Martín llegó a la conclusión de que una
victoria definitiva sobre España no se lograría nunca procurante abrirse paso por el camino real
hacia el Perú; la única esperanza de obtener la independencia sería cruzando los Andes para
liberar a Chile y luego, usándolo como base de operaciones, organizar una flota para
transportar un ejército argentino-chileno a Lima que destruyera el centro del poder español en
esa ciudad; los gauchos de Güemes podrían defender la frontera noroeste contra cualquier
invasión realista. En 1814, fue nombrado Gobernador Intendente de Cuyo, en Mendoza,
comenzó a organizar el Ejército de los Andes, con el que se proponía llevar a cabo su plan; con
la reconquista española de Chile, miles de soldados chilenos a las órdenes de dos presidentes
rivales, José Miguel Carrera y Bernardo O’Higgins, pasaron a Cuyo; San Martín eligió a
O’Higgins para que lo ayudara en la campaña y obligó a rebelde Carrera a abandonar la
provincia; éste se dirigió a buenos Aires y más tarde a los Estados Unidos; además de las
actividades militares, San Martín intervino activamente en la vida política de Mendoza y del
país; hacia fines de 1815, con la restauración de Fernando VIII en el trono español y el control
casi absoluto –excepto en el Río de la Plata y en la Argentina- por parte de los realistas, la
causa patriota parecía perdida en toda América Latina; el plan de San Martín era la última
esperanza y el Libertador presionó para que se declarara la Independencia en el Congreso que
habría de reunirse en Tucumán en 1816; en julio de 1816 se reunió en Córdoba con el
recientemente electo Director supremo, Juan Martín de Pueyrredón, y juntos hicieron planes
para llevar a cabo la idea de San Martín; Pueyrredón prometió dar completo apoyo para
organizar, equipar y pertrechar el ejército. A principios de 1817, el Ejército de los Andes
comenzó a cruzar la cordillera; la dos columnas principales se internaron por el Paso de
Uspallata y el de Los Patos, y las auxiliares, por el norte y por el sur; el 12 de febrero de 1817,
San Martín derrotó a las fuerzas realistas a las ordenes de Marcó del Pont en la batalla de
Chacabuco y aseguró así la independencia de Chile; mientras las campañas contra los real istas
continuaban en el sur, San Martín hizo un corto viaje a Buenos Aires para planear la invasión
conjunta de Argentina y Chile al Perú; hubo demoras y nuevas fuerzas realistas penetraron por
el sur de Chile en Talcahuano y, al mando de Osorio, se dirigieron hacia Santiago, la capital;
vencieron a las tropas de San Martín en Cancha Rayada pero la independencia chilena logró
salir airosa gracias al brillante triunfo de San Martín en Maipú, el 5 de abril de 1818; si bien los
gobiernos argentino y chileno habían adquirido barcos para formar una flota armada y habían
contratado a Lord Thomas Cochrane desde Escocia para que la comandara, los conflictos
internos en Buenos Aires y las guerras civiles en las provincias ocasionaron la renuncia de
Pueyrredón y volvió a imperar la anarquía; en esos momentos no sólo era imposible asegurar
un apoyo adecuado de parte de la Argentina para la expedición libertadora al Perú sino que
incluso el gobierno de Buenos Aires, encabezado por Rondeau, pidió a San Martín que pusiera
su ejército a disposición de las autoridades nacionales para reprimir las revueltas,
especialmente en el Litoral; San Martín se negó, tal como lo había hecho anteriormente ante
un pedido similar de Pueyrredón; esta decisión –muchas veces mencionada en la historia
argentina como la controvertida “desobediencia” de San Martín- fue el resultado del
convencimiento del comandante de que su primer deber era lograr la independencia de la
nación y de su renuencia a participar en la guerra civil; en un rápido retorno a Chile, San
Martín se preparó, con ayuda chilena, para la siguiente etapa de su campaña; la liberación del
Perú de manos de los españoles. El 20 de agosto de3 1820, la expedición libertadora se
embarcó en Valparaíso; en 12 de septiembre, San Martín fondeó en Pisco, al sur del Perú, y
comenzó a organizar un ejército peruano-chileno-argentino con el objetivo de completar la
liberación de América del Sur, expulsando a los españoles del Perú, último baluarte; a
principios de julio de 1821, San Martín logró entrar en Lima gracias a la acción conjunta de la
armada y del ejército; el 28 de julio, declaró la Independencia, luego de obligar a los realistas a
replegarse a las sierras, donde pudieron defenderse me jor y obtener alimentos, reclutas y
pertrechos con mayor facilidad; se instauró un gobierno peruano independiente y San Martín
se convirtió en Protector del Perú, con plena autoridad civil y militar; durante el siguiente año,
la situación militar entre patriotas y realistas se mantuvo sin grandes cambios; en tal estado de
estancamiento se deterioraron las condiciones en Lima; habían fracasado los intentos
anteriores de San Martín por alcanzar una solución diplomática con el Virrey La Serna en
Punchauca; la misma suerte habían corrido las campañas militares a las sierras y a los puertos
intermedios al sur del Perú, sólo con limitadas victorias; los Cochrane había tenido un
altercado con San Martín y se retiró con su flota; debido a la falta de acción, surgieron
conspiraciones y resentimientos entre los hombres de San Martín; por algún tiempo, San
Martín pensó que la victoria final para lograr la independencia sólo podía resultar del esfuerzo
mancomunado de sus tropas y las de Simón Bolívar en el norte; había mantenido contactos
con Bolívar y le envió tropas para ayudarle a libertar Quito, Ecuador; sin embargo, recién a
mediados de 1822 la campaña de Bolívar llegó a la etapa en la que una entrevista se hacía
necesaria; ésta fue fijada para julio de 1822 en el puerto de Guayaquil, Ecuador. La famosa
entrevista de Guayaquil se realizó entre el 26 y el 27 de julio de 1822 y fue, especialmente en
el pasado, motivo de grandes controversias, aunque los hechos y resultados fundamentales
hayan sido claros; se inició con un suceso que para Bolívar fue una victoria personal mientras
que para San Martín fue una felonía tan grande que le hizo dudar de la buena fe de Bolívar:
una de las cuestiones por discutir era el estado futuro de Guayaquil, si debía integrarse al Perú
o a la Gran Colombia (la nueva Confederación creada por Bolívar); cuando llegó San Martín y le
dieron la bienvenida en nombre de Bolívar a Guayaquil, Colombia, antes de siquiera haberse
reunido con Bolívar, el Libertador se sintió tan indignado que pensó en regresar al Perú de
inmediato; pero, en cambio, continuó con lo planeado y asistió a la conferencia; durante las
reuniones secretas entre los dos grandes, se apreció rápidamente que sus prioridades eran
distintas; San Martín –un soldado profesional convencido de que un líder militar debía jugar un
papel ínfimo en la vida política- había tenido el sólo propósito de lograr la independencia de
España para que así cada país pudiera establecer la forma de gobierno deseada y había
participado en la política únicamente en momentos imprescindibles para cumplir con este
objetivo; Bolívar, un genio de la política, estaba ante todo interesado en instaurar repúblicas
democráticas en las antiguas colonias españolas y había optado por la acción militar –cruenta,
prolongada pero finalmente victoriosa- sólo como el medio para conseguir ese fin; San Martín
también advirtió que, si quería que se llevara a cabo si idea de unir a los dos ejércitos, Bolívar
tendría que estar al mando, a pesar de que el general argentino tenía mayor experiencia
militar; cuando Bolívar se negó a aceptar que San Martín estuviera a sus órdenes, San Martín
tomó el único camino que quedaba para lograr la independencia: retirarse por completo, con
la seguridad de que Bolívar y su ejército irían al Perú y que no cejarían hasta la victoria final;
San Martín ha sido muy elogiado por esta actitud que mostró la talla de su desinterés pero que
se debió también a una evaluación realista de las circunstancias; si el triunfo definitivo podía
ganarse sólo con la unión de los dos ejércitos libertadores, probablemente ésa haya sido la
única solución; las tropas de San Martín ya se encontraban en Perú y el hecho de que él se
retirara no las afectaría; por otro lado, las tropas de Bolívar, al que estaban profundamente
apegadas, no hubieran aceptado de buen grado ser trasladadas en masa a otro país y tener
otro comandante; al final, los dos libertadores lograron su cometido y entablaron una amistad
muy especial, a pesar de tener personalidades tan diferentes, como lo refleja el brindis final en
un banquete; Bolívar los hizo “por los dos hombres más grandes de América del sur, el General
San Martín y yo”; por su parte, el general argentino brindó con estas palabras: “Por la pronta
terminación de la guerra, por la organización de las nuevas repúblicas del continente
americano y por la salud del Libertador de Colombia”; cada uno reconoció en el otro el mismo
afán por la independencia y la libertad y el papel fundamental que habían desempeñado en
conquistarla. San Martín regresó a Lima, renunció a su cargo ante el Congreso peruano en
septiembre y de inmediato partió rumbo a Chile, donde permaneció hasta enero de 1823;
cruzó los Andes para ir a su antiguo hogar en Mendoza; pidió autorización al gobierno para
entrar en Buenos Aires pero le fue negado; Rivadavia, Ministro de Gobierno, siempre le había
tenido desconfianza a San Martín y alegó que sería peligrosos que el general viajara a a capital
debido a la insegura situación reinante por parte de grupos guerrilleros pudiera traer serias
consecuencias políticas para toda la nación, que ya se encontraba en un estado turbulento;
san Martín se sintió profundamente herido de que no lo dejaran ver a su esposa, que estaba
muriendo en Buenos Aires, y pensó que el peligro de ser capturado era una mera excusa; por
fin llegó a Buenos Aires el 20 de diciembre de 1823, luego de la muerte de su mujer; en

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