Beata Antula. Achával

beata antula achavalLa Beata Antula

En: Achával, José Néstor (1998) Historia de Santiago del Estero. Siglos XVI-XIX. Ediciones de la Universidad Católica de Santiago del Estero

Frente al extrañamiento de los jesuitas, y como si quisiera reparar tamaña injusticia, se alza en Santiago del Estero, la Cruz peregrina en manos de una mujer, fuerte como las del Evangelio. La figura señera de María Antonia de la Paz y Figueroa, a la que el cariño popular llamaba la “Beata Antula”.

Con el previo permiso del obispo Juan Manuel Moscoso y Peralta, alcanzando después de un largo y penoso camino a pie hasta Salta y Jujuy, se lanzó a la apostólica empresa de recorrer las provincias del noroeste para regresar a Córdoba y luego a buenos Aires, donde llegó en 1799, sufriendo toda clase de vilezas por amor a Cristo y a su iglesia. Se había propuesto hacer que no fueran olvidados los ejercicios espirituales en los que los jesuitas habían sido sus maestros y, a través de esta labor silenciosa y fecunda, que ejerció primero en todo el territorio santiagueño, mantener encendida la fe de nuestros mayores, a la vez que suplir la falta de quienes en ello habían sido insuperables. La Casa de Ejercicios, en Buenos Aires, fundada por María Antonia de Paz y Figueroa, fue un reto al despotismo entronizado en el gobierno y su obra ha perdurado más allá de su santa muerte acaecida en 1799.

La propia iglesia reconoció las virtudes heroicas de esta apostólica mujer al introducir en Roma la causa de su santidad en 1917 por el papa Benedicto XV, a pedido del episcopado argentino.

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