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el Tratado de Vinará: cuando de discutir la soberanía territorial se trata

Claves para comprender la Historia -  Horizonte Bicentenario - Mayo 2010 - Julio 2016 - Año 5º - Nº 23 - Junio 2013 - ISSN 1852-4125

Archivo dela Nación Argentina - Comunicación del gobernador Juan Felipe ibarra al gobierno de la provincia de Buenos Aires - Sala X-27-7-11

 

EL PACTO DE VINARÁ: cuando de discutir la soberanía territorial se trata

Maria Cecilia Rossi

Cuando el 20 de abril de 1820, Santiago del Estero tomaba la decisión de declararse provincia autónoma, lo hacía centrándose en su propia historia y levantándose en contra de los intereses y las decisiones de la ciudad de la cual se dependía, San Miguel de Tucumán, que como entidad política mayor comprendía su propia jurisdicción tucumana, la catamarqueña y la santiagueña. Ese fue el punto en que Santiago del Estero estuvo más alejado de los orígenes fundacionales, destino que le estuvo reservado en la construcción del noroeste argentino, al que fue funcional y que mantuvo, por lo menos, hasta finales del siglo XVII. Pero también fue el tiempo de la toma de decisiones, que generalmente fueron políticas y también atravesadas por los intereses económicos. Y en el marco de la ruptura del orden colonial y del resquebrajamiento territorial del virreinato, del mayo rioplatense y de las guerras por la independencia, a partir de 1815 comenzaron a emerger unidades políticas, más acotadas, que tenían como centro a las antiguas ciudades y que comenzaban un proceso de diferenciación de sus históricas vecinas. La época santiagueña fue 1820. Se los llamó procesos autonómicos y las sociedades los celebran como los cumpleaños políticos de las antiguas jurisdicciones coloniales construidas como provincias.

MAYO EN SANTIAGO DEL ESTERO: REVOLUCIÓN, GUERRA Y DEMÁS…

Claves para comprender la Historia - Horizonte bicentenario Mayo 2010 Julio 2016 - Año Vº N° 22 – Mayo de 2013 - ISSN: 1852-4125 -


María Cecilia Rossi

 

Estamos tan acostumbrados a pensar la revolución como rioplatense que olvidamos que el Virreinato del Río de la Plata era un territorio organizado en torno a una cantidad de ciudades importantes, entre ellas la nuestra, y los territorios que las rodeaban. Y aquí, en Santiago del Estero, se desarrolla una de las historias a mi juicio más interesantes de todo el proceso revolucionario.
Y realizo tal afirmación porque estoy convencida de que si había una ciudad en el territorio virreinal que conservara casi devocionalmente los patrones culturales españoles propios de la colonia, esa ciudad era Santiago del Estero. Pequeña, chata, con predominancia de los colores tierra y abrazada por el sol y los vientos, con un río que cuando crecía se llevaba todo, y con un salitre que corroía lo que el río dejaba, tenía un poderoso grupo español que dominaba, en gobiernos prácticamente de familia, la institución colonial por excelencia: el Cabildo. Y también ocupaban el resto de las funciones públicas. Personajes de antigua prosapia, ligados a las encomiendas y a los feudos, perfiles en los que se unía el grado militar con el carácter de terratenientes, disfrutaban de todos los privilegios, mientras que para el resto del pueblo la conducta a seguir era la sumisión lisa y llana y una constante servidumbre.
Poco después llegaron a Santiago las noticias de Salta en donde habían comenzado a germinar las ideas separatistas. Y en esas idas y venidas, el revolucionario salteño José Moldes pasó por Santiago del Estero y conversó largamente con Borges quien, operando en la práctica el cambio profundo que ya se había producido en sus ideas, será en adelante un caudillo revolucionario que empeñará honor, fama y fortuna en la causa de la emancipación, nadie dudará que fuera el nervio vivo de mayo de Santiago y fue quien preparó el ambiente contra el Absolutismo y a favor de las ideas emancipadoras.
El año de 1810 estaba azotando a Santiago del Estero con una fuertísima sequía y el Cabildo elegía sus autoridades: Domingo de Palacio era el Alcalde de 1er. Voto; José Manuel de Achával Alcalde de 2° Voto; Santiago de Palacio Regidor Alférez Real; Francisco Solano de Paz como Defensor de Menores y Podres; Pedro José Lami Regidor Llano; Pedro Ignacio de Urrejola Síndico Procurador General; Germán Lugones y Antonio Guerra como Alcaldes de la Santa Hermandad . Gobernaba José Severo de Isasmendi.

La autonomía e Ibarra en la historiografía santiagueña. Como se forjaron las imágenes fundacionales de la política decimonónica

 

Claves para Comprender la Historia, Horizonte Bicentenario 2010-2016 - Año 5 - Nº 21, abril de 2013-ISSN 1852-4125 

 


María Cecilia Rossi

 

Las celebraciones del 27 de abril son un hecho significativo para la provincia de Santiago del Estero, en tanto es la fecha de la declaratoria de la autonomía provincial que instaló en el poder a Juan Felipe Ibarra, quien con diversos incidentes se mantuvo en el mismo hasta su muerte en 1851[1].

En Tucumán el Gobernador Aráoz se encontraba en pleno proceso de formación de la Gobernación del Tucumán –algunos hablarán de República, porque así figura en determinados documentos- e incorporaba a Santiago del Estero y también a Catamarca, bajo su jurisdicción. Emergente de una maniobra política signada por el apuro y la falta de consulta a las jurisdicciones que tomaría bajo su mando, por las mismas consideraciones fue desconocido por las autoridades de Santiago, respondiendo el gobernador tucumano con una tropa que invadió la ciudad capital intentando la sumisión política por medio de las armas. Allí entra en escena Ibarra equilibrando el terreno militar y derrotando a las tropas tucumanas, lo que generó en Aráoz un arrebato literario publicado como “manifiesto”  que resultó tan ofensivo para los santiagueños que decidieron ponerle punto final a la cuestión y declararse estado autónomo, publicando a su vez un Manifiesto del Gobierno y Cabildo de Santiago del Estero a los pueblos federados e  inmediatamente comunicándolo al resto de las provincias. Claro que esto no fue más que el puntapié inicial de una guerra interprovincial que se extendería por bastante tiempo.

Los autores santiagueños que escribieron sobre la Autonomía santiagueña han dividido las consideraciones entre el propio gesto autonómico y la personalidad de Felipe Ibarra, quien indudablemente atrajo la atención, tal vez la persistencia en los modos de armado de las tramas de relaciones políticas y sociales, generara las más entusiastas adhesiones historiográficas y los más profundos rechazos. En el año 1900 escribía José Olaechea y Alcorta[2] la primera versión conocida de la autonomía a la que refiere muy brevemente y en relación a su orientación federal y a los “patriotas” que la firmaron:

Producida la crisis política del año 20, Santiago es de las provincias que en primera línea se pronuncia por el federalismo, dando la nota más alta en materias de principios políticos y teorías constitucionales avanzadas, ajustadas por entero al sistema provincial de los Estados Unidos de América del Norte.

Algunas notas sobre la elección del diputado por Santiago para la Asamblea del Año XIII

Claves para Comprender la Historia, Horizonte Bicentenario 2010-2016 - Año 5 - Nº 21, abril de 2013-ISSN 1852-4125

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 Maria Cecilia Rossi



 

En el documento que consigna el nombre de los Diputados participantes de la Asamblea del Año XIII junto a la jurisdicción de su representación, se puede observar que por Santiago del Estero figura Mariano Perdriel, hermano del domínico Julián Perdriel y tío del coronel de la Independencia Saturnino Perdriel, un hombre que si bien no participó del Cabildo abierto de 1810, adhería a los ideales de la libertad. 

Con toda razón, vale preguntarse por qué elegir como representante a alguien como Perdriel, que tenía escasísina relación con Santiago del Estero. Más, no era un caso raro en ese marco, pues lo mismo pasó con los representantes por Córdoba, por citar solo un ejemplo, por la que acudieron Juan Larrea y José Gervasio Posadas. Una vez más, la jurisdicción santiagueña, expoliada por su propia historia de pobreza y exacción de recursos para sostener las Guerras de la Independencia en el norte argentino, se encontraba ante la orden de Buenos Aires de elegir un Diputado para la reunión de la próxima Asamblea. Solícitamente se reunieron en el Cabildo doce vecinos, el día 31 de agosto de 1812, con el objeto de resolver a quien enviar y discutir con qué fondos públicos se sostendría ese Diputado en Buenos Aires. La conclusión fue relativamente rápida y sencilla: el Cabildo no tenía fondos y los capitulares por lo menos estaban muy escasos de los mismos, de modo que acuordaron elegir a un vecino de Buenos Aires que les garantizaría, por lo pronto, un mínimo costo. Tampoco será novedosa la situación de la historia subsiguiente, ya que la época republicana Bartolomé Mitre definiría y Domingo Faustino Sarmiento ratificaría ampliamente, el concepto de "alquilones", refiriendo a los representantes que no eran nativos de las provincias que representaban, así como tampoco residían en ellas.

El resultado de esta primera elección, pesarosa para los capitulares y los vecinos electores, entre los que se encontraban Santiago del Palacio, Manuel Santillán, Manuel del Castaño, Jospeh Domingo de Iramain, Martín de Herrera, Francisco Solano de Paz, Jospeh Manuel de Achával, Mariano Medina, Pedro José Lami, y Doroteo Olivera, fue nombrar a José Antonio Escalada. Pero ¿quién era Escalada? Ni más ni menos que el padre de Remeditos Escalada la futura esposa de José de San Martín. Pero Escalada no alcanzó a ocupar su puesto porque el derrocamiento del Preimer Triunvirato, del que participará activamente San Martín  y sus granaderos, modificó el escenario político al crear el Segundo Triunvirato. Este comunicó oficialmente al Cabildo de Santiago su conformación y ordenaba prestarle el debido juramento. Una vez más los capitulares convocaron al pueblo por medio de carteles que se colocaban en las esquinas habituales y puertas de pulperías, y las corporaciones hicieron lo propio mediante oficios. Cuando estuvieron todos reunidos se leyó el Acta enviada por el nuevo Triunvirato, en voz alta y se juró. Después de tantas tensiones contrapuestas con las autoridades superiores, particularmente durante el año de 1812, la lectura del juramento da toda la impresión de haberse convertido en un acto más y no tener la más mínima emoción por los cambios que se estan operando.

El 2º Triunvirato ordenó a las ciudades elegir un Diputado por cada una de ellas, para integrar la Asamblea del Año XIII, indicando el procedimiento para la elección, seleccionando ocho vecinos electores, uno por cada cuartel, los que fueron responsables de elegir a Mariano Perdriel, vecino santiagueño residente en Buenos Aires, el mismo Perdriel que en 1815, por orden del Director supremos Carlos María de Alvear, intentará reemplazar a José de San Martín al frente del ejército que estaba preparando en Cuyo y que fue rechazado de plano por toda la tropa. Elección sin sorpresas y sin entusiasmo. El año fue agotador para los capitulares santiagueños, se lo pasaron peleando y eligiendo para nunca, por errores propios y constricciones superiores, poder alcanzar una representación en ningún lugar. Marcas de la historia que dejan huellas bajo la piel social.

Será entonces Mariano Perdriel el que participe de la sesión del 31 de enero de 1813, día de la instalación de la Asamblea, día que "durará en la memoria de la posteridad mientras haya almas virtuosas que aprecien las emociones de la gratitud y recuerden los acontecimientos preventivos de su suerte", dirá el acta correspondiente, y a quien se le tome el juramento solemne en la Catedral, en la misa solemne en la que se imploraría el "auxilio divino en la espedición de los grandes negocios de la comunidad de que iban a ser encargados". Cuando finalizó la misa los miembros del Triunvirato procedieron a tomar el siguiente juramento:

 

"¿Juran Uds. a Dios Nuestro Señor sobre los Santos Evangelios, y prometen a la Patria desempeñar fuel y exactamente los deberes del sublime cargo a los que los han elevado los pueblos, sosteniendo la religión católica y promoviendo los derechos de la causa del país al bien y felicidad común de la América?"

 

Luego, los hombres del gobiernos e retiraron y dos horas más tarde recibían el primer acuerdo firmado por los diputados sobre la forma de organización y funcionamiento de la Asamblea.



[1] ACSE, Tomo V, Años 1803-1833, pg. 405-406.

 

(Imagen: Archivo General de la Nación Argentina, Asamblea del Año XIII - Diputadados por procedencia)

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